En el fondo del taller descansan desde hace un tiempo unas cuantas vigas de iroko de demolición que conseguimos a precio amigo. Una de las piezas, por sus dimensiones, estaba destinada desde un principio a convertirse en el bao del espejo de popa.
Una vez empernados los palmejares del pantoque en la estructura de popa creímos que era el momento de preparar el bao y completar el espejo.